Hacía muchísimo tiempo que no me sentaba a hacer una reseña y temo haber perdido mi toque, pero después de tantos meses sin hacer una por culpa del curso, por fin puedo quitarme las excusas que me alejaban del blog. Espero que no os importe si esta reseña sale un poco plof, pero intentaré dar lo mejor posible en ella.
TÍTULO: Nosotros después de las doce
SAGA: Autoconclusivo
AUTORA: Laia Soler
EDITORIAL: Puck
Nº PÁGINAS: 313
ISBN: 9788496886575
PRECIO: 14.50€
Una chica con nombre de princesa. Un chico que escucha a Sinatra.
Un pueblo perdido en las montañas. Un carrusel.
Tres secretos. Dos reencuentros inesperados.
Un amor. Una traición.
Y una noche de verano, la más mágica del año…
Así es la vida, una suma de momentos felices e instantes difíciles, de reuniones y despedidas, de amores y desengaños. No, la vida no es un cuento de hadas, pero… ¿Qué pasaría si conocieras un hechizo para que las carrozas nunca se transformen en calabazas? ¿Recurrirías a él? ¿O querrías saber lo que pasa después de la medianoche?
La nueva novela de la joven autora Laia Soler es un relato potente y actual, salpicado de magia, sobre una chica que navega por las turbulentas aguas de la memoria, el dolor y el amor para descubrir todo aquello que nos une, nos separa y nos hace crecer como personas.
Me alegra mucho poder retomar el blog con una autora que me ha conquistado en todas y cada una de las historias que lleva publicadas: Laia Soler. Tanto Los días que nos separan como Heima es hogar en islandés fueron dos libros que me encantaron y sorprendieron con creces. Así que era de suponer que me moría de ganas de leer su última publicación: Nosotros después de las doce. Y puedo decir que ha sido una novela maravillosa, como las anteriores. Laia Soler ha vuelto a conquistarme con una historia fresca, original, que mezcla realidad con un toque de magia muy sutil y, aún así, encantador. Son muchos los aspectos que quiero comentar del libro en esta reseña, así que allá voy.
Para empezar, la ambientación. Valiria, el pequeño pueblo de montaña donde se desarrolla la historia, me ha conquistado. La autora ha sabido crear su propio pequeño mundo y transportar al lector a él. Valiria es un pueblo rodeado de un halo de magia y fantasía, debido al folclore y las leyendas. Laia Soler no sólo ha creado una ambientación propia y maravillosa, sino a sus habitantes: tanto niños como ancianos, los típicos personajes de pueblo como son las marujas, los abuelos bonachones o los forasteros en busca de fiesta. Por no hablar de los lugares tan especiales del pueblo: la pastelería, las caravanas donde las quintas hacen fiesta prácticamente todos los fines de semana, el lago, la montaña, el río... Y, por supuesto, el carrusel. Puede ser éste último el lugar que más me ha gustado de Valiria: un carrusel rentado por un hombre simpático, agradable y que asegura que es mágico, en el que dependiendo de la figura que elijas para montar, un deseo se cumplirá. Aunque lo más importante de este carrusel, y una de las figuras más emblemáticas de la novela, es el corcel dorado de la segunda planta. Es con esta figura con la que Laia Soler introduce esa pequeña chispa de magia y fantasía en la novela: un corcel capaz de quitarte tus penas y tus malos recuerdos. Sin duda, Valiria ha sido una ambientación que me ha causado mucha nostalgia y al que me he podido sentir transportada por completo.
Continúo con los personajes; la historia nos presenta a Aurora, una chica de diecisiete años que todavía no tiene muy claro qué quiere hacer en el futuro y, sobre todo, no tiene pensado salir del pueblo en el que siempre ha vivido. Aurora es una chica que, a pesar de tener nombre de princesa, no cree en los finales felices ni en las historias utópicas y perfectas. Pero su mundo dará un giro de ciento ochenta grados cuando Erin, su mejor amiga, y Teo, un chico de resplandeciente sonrisa y que la despierta nuevos sentimientos, vuelvan al pueblo después de dos años. Es entonces cuando el poder del amor influirá en Aurora, una chica a la que describen en el pueblo como fría y sin sentimientos. Aurora me ha parecido una protagonista con muchas caras distintas: la fuerte, la débil; la valiente y la cobarde; la feliz y la triste... En resumen, Aurora ha sido una protagonista real, humana, con sentimientos, deseos, inquietudes y secretos. Y Teo, por su parte, me ha parecido un chico encantador, divertido y que, aunque en un principio me pareciese muy precipitada su relación, no puedo negar que me han encantado desde el principio y los he amado, sobre todo hacia el final, cuando todos los secretos y misterios salen a la luz. Y no puedo olvidar al abuelo Dubois: es un personaje carismático, bonachón, tierno y simpático; una persona tan importante para la propia Aurora como para el desarrollo de la historia. Y el que ha aportado la mayor parte de los momentos dramáticos y acongojantes. Con todos estos personajes, Laia Soler ha creado una historia que mezcla romance, misterio, drama y magia. Laia posee una maestría a la hora de crear personajes únicos y reales, capaces de transmitirle mil emociones al lector.
Como siempre, me ha gustado que la autora no se limitase a contar una historia, sino muchas al mismo tiempo: la historia de todos los personajes importantes, la historia de un pueblo, una leyenda... No sólo narra los hechos, sino que profundiza en los sentimientos de los personajes, en sus deseos y sus miedos. Ha intercalado la narración en presente y primera persona con los recuerdos perdidos de Aurora, narrados en tercera persona y en pasado. Y eso le ha dado dinamismo a la historia: ibas conociendo no sólo lo que estaba sucediendo en ese momento, no sólo lo que Aurora nos puede contar, sino aquellos recuerdos borrados por el corcel dorado del carrusel que ni ella ni nadie más son capaces de recordar. Es así como vamos conociendo a la Aurora del ahora y del entonces, descubriendo las diferencias que hay entre una y otra debido a las lagunas de sus memorias. Lo cual nos transmite un mensaje: como dijo Ortega y Gasset, "yo soy yo y mis circunstancias". Cada uno de nosotros somos como somos por lo que hemos vivido, por los recuerdos buenos y malos que tenemos. Y, sin ellos, somos personas totalmente distintas; un recuerdo no sólo despierta un sentido (una imagen, un sonido, un sabor), sino un sentimiento: querer perderlo supondría no sólo olvidar una situación, sino la emoción que esa situación te causó. Y Laia Soler nos plasma esta idea con Aurora y el corcel dorado: las malas experiencias no deben ser olvidadas, sino superadas.
Con este mensaje, unos personajes humanos y reales, una ambientación mágica y única, Laia Soler nos ha brindado una historia llena de amor, amistad, sueños e inquietudes típicas de una adolescente a punto de hacerse adulta. Un libro mágico y real al mismo tiempo, que se devora en pocas horas y que me ha encantado. Sin duda alguna, Laia Soler se convierte así en una de mis autoras favoritas.